De mentes
En la batalla de mentes para callar la mente, el silencio
empieza a rebotar en otras partes del cuerpo, principalmente entre las
costillas, en el corazón. Después, a trasladarse como una flota por los
miembros. Pincha debajo de la raíz de cada pelo.
El pensamiento en forma de palabra mental se vuelve
vibración. Enmudece de sílabas y el contorno de sus letras, puntos y comas, se
deshace como espuma sobre el vidrio. Se manifiesta en color que late danza de tormenta.
Libre de las líneas que les dieron nombre, gira y se
encuentra con su final en el principio, siendo rueda de principio en el final.
Olvida que detrás de ese círculo engomado habita un eje, una cosa no cosa que
no podría detenerse jamás porque si lo hiciera, la misma existencia
desaparecería.
Tanto giran que terminan por enterrarse en el centro laberinto. Aquel acertijo no tendría definición con esa mente. ¿Qué sería lo
único que no podría definirse? la nada, la inexistencia quizás. Si se le
atribuyera cualquier entidad dejaría de serlo, se contrariaría en sus palabras.
¿Qué está más allá de la existencia? La verdad última. Más
acá, el nudo existencial por el olvido de la esencia verdadera, la que trasciende
al personaje inventado y angustiado que vive en sociedad. El ángulo detrás de
la rueda, inconcebible, inimaginable; inalcanzable mientras el anhelo duerma.
Juliana Biurrun
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