Huellas en la ruta


El sol rebota en el parabrisas y el viento se cuela con silbidos por la ventanilla. Una mara cruza por la ruta y como siempre, te preguntás cómo puede correr tan rápido.

El asfalto habla, tiene historias en su lomo que fueron escritas con caucho derretido. Son largas, medianas, continuas o de tres en tres. Rectas y oblicuas, algunas desaparecen en el precipicio. 

Instantes, sustos, vida y muerte. El di*blo mete la cola y tienta a pecar de imprudencia cuando en un segundo, se inyecta más fuerte que el instinto de supervivencia. 

Los eslabones se acercan mientras alguien maneja tranquilo y escucha Pink Floyd. En su camino de repente la distancia con el auto de adelante desaparece y el espanto ebulliciona su cuerpo. Entierra el freno y se horroriza cuando mira para el costado y ve a cuatro ruedas con una familia rebotar contra la banquina de tierra. El polvo cubre todo y sus brazos se llenan de temblor. 

Están todos bien. Intenta recomponerse mientras decide abandonar el camino o volver a su inercia. Pronto se da cuenta de que la primera no es una opción. Insiste y busca en vano el recuerdo del momento desaparecido de su percepción. Pero ya no está en su conciencia conciente; se evaporó de su memoria para transformarse en electricidad corporal. 

La ruta es un camino de solidaridad y cuidado mutuo. Un lugar donde la interacción enseña que se avanza hasta que a lo lejos aparezca yo; hasta que en el horizonte te dibujes vos.

Ella ruega que te despiertes para disfrutar de su adrenalina bajo la guarda de la conciencia prudente; la que no desafía a la física ni el tiempo; la que avanza segura y comprometida con el rumbo. 

La ruta pide poco: que no tientes a la suerte de la ceguera. Que seas humilde y empático para comprender el apuro o lentitud. No tolera la soberbia ni el apriete de terceros. Le repele la grandilocuencia que ignora la esterchés de sus curvas y su condición para mantener la vida o dar muerte. 

Su lenguaje es sencillo y primario de la condición social. El cuidado mutuo es el padrino de las ciencias asfálticas. Paciencia y atención son sus padres. Compañerismo, lectura de situación y respeto sus hijos. 

Esta confluencia circunstancial de tiempo y espacio concentra las energías de ansiedad que protagonizan el viaje. Desde esa agrupación compleja y multipersonal se desprenden las premisas que protegen la vida y dan sentido al objetivo compartido: llegar enteros, cansados y felices.

Seamos pacientes y prudentes. No lo dejemos meter la cola.

Juliana

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