ALGO QUE DECIR
Quiero decir algo que todos sabemos: Que somos sonido que
vibra y repercute en la bondad del cosmos, en la infinitud del
ser. Que lucha por expandirse contra velos de estructuras que se paran en
frente y para diluirlas, se reposa en ellas y las desvía; las vuelve sedas
suaves que acarician el rostro y dejan entrar la luz en pleno camino.
Este sonido es el mensaje que viaja por la circulación a
cada órgano, desde el talón de Aquiles hasta la clavícula y de ahí a la
fontanela osificada. Allí se multiplica y reverbera en otros vórtices para
repetir el ciclo de expansión. Suena la alarma que repica en las estrellas, se
traduce en canto lo que escuchamos inconscientes y despiertos.
Somos eco, todo es movimiento y vibración por esparcimiento.
Co creamos y generamos mensajes, reelaboramos creencias y erigimos religiones
basadas en este sonido que nos dice que todo es intención, amor y deseo.
Multiplicar el recado es acercarse a la perpetuidad
terrenal, volverse semilla para florecer en reformulaciones sin apodo ni
rostro; es renacer en ecos invadidos por la emergencia de ser interpretados.
Por eso necesito escribir que descubrí el poder infinito
que reside en mí, que habita en todos. Que es tan puro que precisa sembrarse.
Que es tan fuerte que si lo sentimos desde el carozo del corazón, nos
volveremos invencibles y nunca nada malo podrá tocarnos, solo cosas buenas se
nos acercarán.
Decir que somos miles de posibilidades que se conjugan en
el aquí y ahora de esta línea de aprendizaje. Que somos miles que caminamos
juntos entre las estrellas formando redes invisibles, unificadas en conexión
única con el todo, con la
Fuente ; esa que imagino ciega de brillante dorado.
Descubrí que la nostalgia sin saber por qué es un reflejo
del recuerdo olvidado; un holograma de inmersión en el blanco infinito de la
conciencia. También que somos absoluta y paradójicamente libres hasta que
revelamos la fe y, automáticamente, nuestra misión se transforma al deber
honroso de transmitirla.
¿De qué sirve aprender sin traspasar; crecer sin
derramar? ¿De qué sirven las ideas guardadas en un cerebro muerto, o peor aún,
restringido? Es necesidad del que tiene compartir y del que sabe también. Por eso el
renacimiento es la consecuencia del comprender para sentirse creer… y en esta
intersección es donde se eleva el nuevo norte.
Gracias.
Juliana.
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