El blanco absoluto
Tras el muro del cajón. Arriba abajo y al costado todos concluyeron
en el mismo desenlace. Se escucha un pájaro que pasa por el techo y algunas
gotas del cielo gris caen sobre las hojas del cuaderno. A pocos metros un
hombre abre la puerta y besa el mármol, se sienta a deliberar y hablar en
silencio. ¿Estará pensando lo mismo que yo?
No comprendemos lo que duerme detrás de esa pared, intentamos
visualizarlo pero infinitas imágenes irrumpen nuestra imaginación. Allí reposa
la historia que se descompone y pierde forma de sapiens. Los besos y los
recuerdos se diluyen en la madera cuando un extraño suelda la puerta hasta el
nunca más en esta dimensión.
Ahí dentro flotan las remembranzas y el corazón achicharrado
late en la eternidad. La energía se transforma hacia un espacio que no se mide
en tiempo y donde no existe la linealidad. Es el blanco absoluto de la nada y
el todo al mismo tiempo, donde nace la clave de la existencia y delibera la sabiduría
aprehendida con el cuerpo.
“Todo se construye y se destruye tan rápidamente, que no
puedo dejar de sonreír”. Los veintiún gramos de amor y conciencia se evaporan para
transportarse al infinito y despertar en la invasión cándida, el espacio al que
viajamos cuando cruzamos el umbral, para conocerlo y volver a olvidar.
Juli Biurrún
Comentarios
Publicar un comentario