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Mostrando entradas de 2012

El mensaje de las ninfas

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La melodía que resuena en el cosmos La carretera estaba oscura y en el techo se veían diez mil estrellas. La octava luna en cuatro menguante parecía un hilo curvo que cedía todo el protagonismo a sus hermanas del cielo. El velocímetro pisaba el número cien y los árboles del costado armaban un puente de sucesivas hojas negras. El camino era recto y las líneas discontinuas de la ruta acusaban ninguna curva cerca. El viaje llevaba varias horas y la noche estaba plena. Abel estaba cansado. Con entusiasmo inyectaba su voluntad pero los párpados le pesaban y la tentación de mirar hacia atrás para recostarse, se enardecía cuanto más pasaban los kilómetros. Fue así que decidió estacionar al costado y descansar hasta el amanecer. En el medio de su sueño unas criaturas etéreas y para cualquiera, imaginarias, se hicieron milímetros y entraron en su auto. Lo abrieron y lentamente lo elevaron para sacarlo por la ventana. Él estaba tan sedado que no sintió la mínima brisa. Eran

Sobre la paciencia

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Familia, amigos, trabajo, pareja; relaciones personales y vínculos afectivos. En todos los ámbitos se pone en práctica la paciencia, en la conciencia de saber que cada uno tiene su propio proceso y tiempos subjetivos para asimilar una situación, abrir la cabeza, entender o perdonar. La paciencia es el límite que se corre, el elástico que se estira, la calza que se amolda, el amortiguador que repara el golpe. Ella se erige entre el orgullo y el amor propio. Se mezcla con la necesidad de medirla según el ambiente y su nivel de calma depende del corrimiento que haya entre la capacidad de soportar y el derrape ante el propio ofuscamiento. La paciencia es el ejercicio de repensar situaciones y evaluar el mérito de tolerancia ante lo que sucede en frente. Templanza versus temperamento; reacción sanguínea contra las cuentas hasta cien. Una práctica que se perfecciona y nos perfecciona cuando crecemos con ella. La comprensión de la no espera fortifica la paciencia y escribe en

Te conozco de otra vida

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Cuento de feliz cumpleaños Hacía décadas su estirpe era parte de un conflicto de lanzas, flechas y catapultas para defender y extender los límites de su territorio. Era hija del gran Sapor II y su reina Esther Bendahan, gobernantes del Imperio Sasánida de Persia en el año 363. Se llamaba Aridaí, que en el occidente significa “bello amanecer” y era la tercera princesa del reino; la del medio entre dos hermanos. Se caracterizaba por su personalidad intensa y desaprensiva. Era indiferente y amorosa por igual. Adoraba el color azul y cuando caminaba al aire libre se mezclaba con el cielo. Su padre era una potencia enorme. Durante años ocupó el trono y construyó una fortaleza de diversidad. Tan inmensos fueron los territorios conquistados, que sus fronteras se recordaron por la heterogeneidad de costumbres y culturas que hubo en ellas; formas de vidas constantemente diferentes e imposibles de unificar. El imperio sasánido del rey de Persia, fue la esencia de cada pueblo en la

Miedo a las arañas

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Un recuerdo del pasado más allá Cuando era chica desarrollé una especie de fobia por las arañas. Todo empezó en las épocas de caramelos de menta con chocolate y bocaditos Marsh, creo que se llamaban así. Durante las vacaciones de la primaria era normal que me cambie el sueño por las noches sucesivas de juegos de cartas con té de manzanilla, o partidos de Ice Climber y Road Fighter en el Family Game. Siempre con el vicio por los dulces en el medio. Muy seguido también, alquilábamos películas en el videoclub del barrio. Eran de terror, suspenso y a veces románticas. En una de esas oportunidades, elegimos el VHS de Aracnofobia y me predispuse a mirarla con la actitud más linda de quien se mete un caramelo en la boca para poner play. Sabía que se trataba de arañas y esas cosas, pero ni por ocurrente imaginé la tripa de dimensión que tendría para mí en esa mediana infancia. Poco tiempo pasó de la historia cuando en su trama, unos hombres trasladaron desde algún lugar del Amazona

El agasajo de cocinar

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Cuando cocino nunca pruebo el plato hasta el final. Está bastante mal, ya lo sé. Sucede que tengo la extraña teoría de que siempre que los ingredientes combinen en textura y color, resultarán sabrosos o cuanto menos ricos. Se trata de lo tentativo del factor riesgo y sorpresa al que someto a los comensales y a mí. Los aromas que se evaporan desde las ollas y las imágenes que se mezclan entre las sartenes, disfrazan a la cocina como sala de juego y laboratorio de experimentación. Con todo sobre la mesada o nada en la heladera, se pone en marcha el instinto de supervivencia creativa cuando se despierta la magia que vive en el acto de cocinar(te).             Cocinar para alguien más es un acto absoluto de agasajo. Sea un lomo mostaza o tallarines con queso, durante su elaboración, la energía violeta circula desde la mano de quien produce el plato, hasta la porción donde caiga la cuchara para revolver. El estado de ánimo a la hora de cocinar influye como la luna en las mar

Los compartimentos de la mente

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La mente humana es el factor más potencial e indescifrable de las personas. Potencial por su capacidad de desarrollo, e indescifrable, por ser el "órgano" en el que hurgamos desde que empezamos a tener noción sobre la conciencia, hasta que nuestros pensamientos duran vírgenes de lo senil (o se vuelven a la más suprema de las corduras). Los compartimentos pueden dividirse en la parte pública y privada. Comprenden los pensamientos capaces de ser socializados para debatirse y, los que son tan internos y pudorosos, que trascienden cualquier barrera de lo moral y los “debería” para volverse, indefectiblemente, “incontables” en las estructuras básicas colectivas. El espacio privado de la mente es como la habitación personal de una casa compartida. Lo que suceda en ese lugar, no puede ni debería ser sometido a tribunal. Albedrío mental para decidir sobre las propias fantasías, sin rendir cuentas a ningún parámetro impuesto desde limitaciones personales, encarnadas por el

Sobre las relaciones modernas

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Los quiebres generacionales se producen como sabemos, por década. Pero la aceleración de los tiempos que corren, plantea nuevos modos de vinculación a una velocidad en la que los preceptos e ideas sobre las formas de relación que nos inculcaron familiar y culturalmente a los pares de esta década, se resbalan sin freno como la sabia que cae por una corteza. Primero con el modelo de familia arcaica de mamá, papá, hermanos y perro. Después con los pasos de la vida en la formalización de vínculos y títulos. Trece años de escuela, seis de facultad, dos de postgrado, pareja estable, casamiento, hijos y nietos. Los delirios de despiertos parecen terminar al fin de la carrera y con una firma en la libreta civil. Todo en vísperas de los 30 y con una persona del sexo opuesto. Ni se te ocurra mirar a un varón si tenés huevos. Los más conservadores tildaron de rea a esta juventud adulta que pide por la legalización del cannabis y el cambio de identidad sexual en el DNI. ¿Pero cómo se ve

No esperar

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Odio esperar. Puedo hacerlo, mucho y de mala gana. Soy una caradura, ya lo sé. ( :p )             Odio esperar, porque ese intervalo obliga al aguardo sobre los puntos suspensivos de una frase que quizás nunca llegue. Esperando se amanece en el anhelo y, día tras día, se desperdicia energía que podría ser bien invertida en otro lugar. En la espera las propias expectativas se trasladan hacia algo o alguien más, cuando esos supuestos tal vez ni siquiera estén a la altura de saldarla. Esperar se vuelve injusto y pretencioso. No todos pueden dar igual. La espera ilusiona, le da de comer a historias con principio, nudo y desenlace en la propia imaginación. Se vuelve tan nocivo y contradictorio, que no importa cuántas veces sueñes con el encuentro. En la realidad de la espera, el viento corre y corre por el medio, entre el soplo, en la tierra dispersa que congestiona y pica la piel. La espera es un ramo de manos vacías y ansiosas, que de ansiosas se vuelven torpes y resba

De artes y extremos: La Maldita y su revolución

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             Fuera de Neuquén no la conoce nadie, pero publicaron una foto suya en la Rolling Stones. Como militante del Porno Post Punk, posa con cara de feliz y consoladores XL entre sus piernas. Cuando está aburrida, escribe en su perfil de Facebook que se “fuma un fasito en streaming” y pone a 27 curiosos detrás de la pantalla a mirar como muele, arma, prende, aspira, tira el humo, relaja y vuelve a aspirar. Todo en un proceso sin música. Es la mujer de los extremos en sentido amplio de imaginación. La manifestación de lo border en su cuerpo y propia imagen, en su arte y exposición virtual. Ella es Maldita Zorra, un personaje que nació en el 2008 cuando el boom de Facebook se adueñó de incontables cantidades de caras en la apertura de cada nuevo perfil. Aquella identidad surgió como una chica despechada y enojada con el género masculino. Violenta y predeciblemente impredecible, parecida a la gran Violencia Rivas de Peter Capusotto en sus arrebatos de agresión

Fucking Father Day

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Se despertó en la cama de su hombre. El sonido ensordecedor del timbre del teléfono la sacudió del sueño y la almohada ensalivada. Maldito timbre, siempre suena cuando no lo llama. Era la voz de su vieja, ambigua como siempre, pero esa vez con una gárgara de lija previa que la desayunó con el regalo más puto para un Día del Padre (y no en el sentido trivial de la palabra): Al viejo le habían robado el auto. Así amaneció su domingo más cerca del mediodía que de la mañana. El almuerzo que lo homenajeaba  resultó confuso. Los aires flotaban raros y no había sahumerio que los disimulara. Sus intenciones de una alegría de vino al mediodía quedaron frustradas desde el primer sorbo. Llegó el postre y en la mesa caretearon sonrisas, pero cuando invitó a sus padres a compartir un cigarro de flores en alguna post cena, de nuevo pensaron que se estaba volviendo drogadicta y él la acusó, una vez más, de ser promotora del humo. Para ella de los buenos, claro. Como siempre después

Una historia de luces y tentaciones...

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Era más rico que el postre nuevo de Bonobón. Incluso cuando mordió la empanada y el jugo de la cebolla se desparramó entre sus dedos, todavía parecía sabroso. En un rapto de inconsciencia instintiva, pensó en arrebatarlo para llevarlo hasta la zona roja de Holanda y ser la única clienta durante los treinta días del mes. Una no está preparada para tanta metralleta de masculinidad junta. Algunas apenas esperan que el sujeto de su cita se lave los dientes y tenga el comedor completo. O, con pretensiones más amplias y exquisitas, sepa hablar y no tenga errores de ortografía. Eso es absolutamente excluyente y fundamental. Juan Cruz Pertticone era codiciado y cumplía con todos los requisitos “estereotipables” para la sociedad. Era el último soltero por el que las desquiciadas con vuelo estaban dispuestas a arrancarse los ojos. Pero él era selectivo, no cualquiera le venía bien (cuando no se trataba solo de sexo).   Buscaba una fémina similar a lo que era: Una chica con ideas

Facebook: El escape imposible

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Son pocos los que escapan con eficacia de la jungla virtual. Como una logia de rebeldes from the web, se resisten a plantar sus nombres en el perfil de cualquier red social, sea Twitter, Facebook, Google +, Fotolog o cualquier otra que haya quedado en el pasado de este agosto de 2012. Pero al ser los menos, generalmente sus entornos integran el team de los más. En ese grupo, las implicancias de sus vidas sociales por un motivo u otro, terminan colgadas en la red. En una imagen de perfil, el retrato de una juntada loca, en la foto escaneada de la dulce infancia escolar o en el barrio. No importa por qué, pero siempre hay alguna razón para mostrar los afectos en el ciberespacio. Con la nueva modalidad de time line, línea de tiempo, biografía, que la red cara de libro propone obligatoriamente a partir del 22 de agosto, las publicaciones realizadas y recibidas aparecen cual botón vestido de azul. Divididas por año, agrupadas en bloques. Los ex, las ex, los que no llegaron a ser