Cuando la música es el canal: El filo de una retórica sin complejos.


          Tengo un amigo, desde aquellos años en los que empecé a tener amigos, que lleva el baile en la sangre. Cuando un sonido comienza, su ritmo empieza. Una parte independiente de su cerebro se activa instantáneamente, y en un acto  paralelo a su movimiento, memoriza cada canción que escupa el reproductor. 

Así internalizó de pies a cabeza una de las letras de reggaetón más largas que parió la industria musical. “Atrévete Tete, salte del closet, destápate, quítate el esmalte, deja de taparte, que nadie va a retratarte…”. Y así fue como me conocí con Calle 13, a través de mi gran amigo que, ingenuamente, la instauró como  parte del sonido de culto en cada juntada cervecera (o fernetera).

Visitante - Ileana - Residente
Calle 13 es una banda puertoriqueña compuesta por una docena de músicos, pero con dos como líderes y cabecera. Son el letrista René Pérez, alias “Residente”, y su hermanastro, el compositor multiinstrumentista Eduardo Cabra, “Visitante”. También colabora en coros la hermana de este último, Ileana Cabra. Sus apodos provienen de la identificación que tenían que dar al guardia de seguridad para entrar a su casa, ubicada en la Calle 13 de una urbanización de Trujillo Alto - Puerto Rico (territorio no incorporado de los  Estados Unidos con estatus de autogobierno - El poder de ejercer su soberanía recae en el Congreso del país del norte).

El estilo que hacen es complicado de encasillar. Si bien en primera instancia empuñaron al reggaetón como base, las fusiones permanentes en su música los hacen desviarse de la etiqueta. La mezcla de sonidos latinos como salsa, merengue y cuarteto, sumado a las letras entre rapeadas y cantadas, los engloban en un género macro que parece arrimarse a la música urbana y el hip hop. En definitiva, engendran canción tras canción a un gran híbrido musical que nace de la convivencia entre ritmos alegres y realidades retóricamente cuestionables. 

Varios me miraron raro cuando me confesé gustosa y a mucha honra de Calle 13. Tuve numerosos debates “musicolocos” tratando de derribar el prejuicio de la banda reggetonera que sonaba en la radio. Mi argumento se basaba en los por qué de su distinción entre la masa uniforme y de monotonía plástica que abunda en el montón. 

Ningún hombre es una isla

Residente y las leyendas
de protesta en su espalda
En el contexto de su aparición (2005), el reggaetón era la variedad con mayor llegada a las masas en Latinoamérica. Ellos, por su origen puertoriqueño, mamaron y se nutrieron con esos compases, pero marcaron la diferencia en la calidad e inteligencia musical con que la rumbearon por esos ritmos. Calle 13 hace música con la que genera conciencia. De esta manera, jerarquiza su mensaje y utiliza las melodías como medio de llegada masiva para transmitirlo. 

Entre sus canciones, cuenta con las típicas del género base en las que habla sobre cuerpos, deseos y lujuria; pero para mérito de la banda, la temática social y la evolución musical fueron increyendo disco tras disco. Las denuncias de mayor voltaje comenzaron a ganar protagonismo, y la crudeza en la retórica de sus reflexiones sobre la realidad sociopolítica de Puerto Rico y Latinoamérica, terminaron de posicionarla como una banda que comunica por sobre todas las cosas. 

Expresión de ira acumulada
En definitiva, Calle 13 es contenido vulgar, visceral, desfachatado y ordinario. Es un recado social e implícito; inteligente e intelectual; político y contestatario; filoso y revelador. Son palabras sin  complejos, balas directo al centro.

En el último disco, “Entren los que quieran” (2010), es donde más fuerte se siente esta impronta de politización. Desde su introducción, una tormenta de piñas entre carcajadas irónicas, se burla de la multinacional Sony BMG por el fin de su contrato con ella. ¿Pura estrategia de mercado o manifestación ideológica pura? Es una pregunta con tantas respuestas como aristas de análisis. En lo personal, creo que responde a una estrategia de mercado basada en una concepción ideológica; en la que el objetivo primero fue propagar el mensaje, y la disquera su canal para hacerlo. De todos modos, estas no son más que suposiciones. Hasta que las partes no emitan información oficial al respecto, seguiremos nadando entre especulaciones.

Entren los que quieran porque los de atrás vienen conmigo

La cualidad que distingue a Calle 13 además del filo de su retórica (admirable  y envidiable), es la calidad musical de sus composiciones. La unión de dos hermanastros con increíbles cráneos cada uno en lo suyo, engendra este híbrido que vive de paseos entre declaraciones explícitamente desenfrenadas (que ni siquiera alcanzan a ser metáforas), y la fusión permanente entre sonidos del centro, norte y sur. 

Residente y y la argentina
Mercedes Sosa
Si bien hay quienes dicen que el último disco supera al anterior, es importante distinguir las virtudes particulares de cada uno. En el antecesor, “Los de atrás vienen conmigo”, la denuncia está presente pero no copa la mayoría de los espacios, sino que las temáticas responden más a lo trivial, cotidiano y amoroso. Por el contrario, se destaca en el color generado por la incursión en diferentes estilos como la salsa y el candombe, con bases por momento jazzeras condimentadas con guitarras de clásico sonido rock. 

Por su parte, “Entren los que quieran”, sin dudas lo supera en retórica y denuncia social. Un disco mucho más crudo desde su lenguaje, que muestra a una Calle 13 totalmente libre de complejos expresivos, decidida a ir centro de la corrupción en el sistema actual. 

La conclusión de este montón de líneas plasmadas acá, es que para escuchar música es necesario abrir las orejas y dejar los prejuicios del otro lado de la puerta. Son esos preconceptos los que muchas veces niegan la posibilidad de disfrutar naturalmente de bandas de la ostia, como la que suena en el reproductor esta tarde infernal. 
 Hasta la próxima.

 Juliana D. Biurrún


 

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